ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

jueves, 11 de agosto de 2011

Buscando a Gabriel Miró en Confrides



Por Ramón Fernández Palmeral

El domingo 7 de agosto de 2011 me levanté temprano con una temperatura exterior de 28.7 grados, en el reloj digital aparecían los dígitos 7.07 AM, me fui a la terraza, encendí el ordenador leí los “emilios” todos era Spam, ninguna amistad se había dignado a escribirme. Así que apagué el ordenador y me puse a leer uno de mis libros favoritos que están a mano en mi anaquel de la terraza. Era “Años y leguas” un libro que el prosista alicantinos Gabriel Miró Ferrer, había publicado en 1928, donde cuenta las andanzas de Sigüenza, su alter ego o su otro yo literario, personaje que usa el alicantino para escribir en tercera persona y no en prima, quizás por pudor para no parecer narcisista y habla sbre sí mismo. No imaginó que dos años después el 27 de mayo de 1930 moriría en Madrid de una operación de apendicitis, tenía 51 años.

“Años y Leguas” es la más alta cumbre de la prosa mironiana, donde combina la descripción de paisajes, estampas, prosa poética, el artículo, el cuento, los recuerdos, la anécdota y la historia de una zona concreta: “La Marina Alta de Alicante”. Es una obra narrativa más que novela en la línea de “La voluntad” de "Azorín", donde pasan las páginas y no pasa nada, porque no hay argumentos, son como capítulos unidos por un eje común con la intención de hablar de Alicante y muchos pueblos, como hizo Cervantes con su Quijote, implicar a toda La Mancha, haciendo que el caballero de la Triste Figura cabalgara junto a Sancho por multitud de pueblos, aldeas y ventas, cuantas más mejor.
"Años y leguas" es como una continuación a dos libros anteriores “Hilván de escena” 1902, y “Del vivir” de 1904, e incluso me extendería a “El humo dormido” de 1919, dedicado al músico alicantino Oscar Esplá.

Hecha esta necesaria introducción. “Años y Leguas” se me abrió como una premonición por le final, por la página 186, de la edición Biblioteca Básica Salvat, 1979 que es la edición que yo manejo, y leo;
“Confrides, tallado en limpidez de invierno de los últimos recintos de la sierra. Su torre, como un ademán de persuasión para contener el ímpetu de la ruta de la mar. Desde Condrides ya no se ve el mar”.

Empecé a pensar que era muy genérica la descripción sobre el pueblo de Confrides. Desde luego que no se ve el mar, el mar queda más de 50 kilómetros. Nombra también otra aldea L´Abdet, a dos kilómetros de Confrides, de la que solo dice que es una “panal en el corte de la quebrada”. Busqué más referencias a Confrices, me parece otra en la página 180:
“Más cuesta arriba, quietud y silencio de Aitana en Sigüenza. Años y leguas en una contemplación estructurada, denominada y comprendida desde la última piedra del cabo Toix, que se comba en el mar, hasta la hoz de Confrides.

¿Y ya está, no habla usted más de Confrides?. Me viene a la memoria que en la segunda quince del mes de junio de 2008, hice un viaje por tierras de la Marina Alta, en coche con mi mujer, que titulé “Por tierras de Gabriel Miró” donde agregué textos de otros autores. Aquella vez yo no subí a Confrides. Pero, perdone que le diga, señor Miró, que usted tampoco estuvo. Si hubiera ido no puede ser que olvidara de nombrar el gran nogal de la plaza de Ayuntamiento o hablaría del castillo de Aljofra o Alfofra, que se ve desde la plaza del nogal, sobre una peña viva que domina la sierra de Aitana y todo el valle de Guadalest hasta el mar de Altea, a cuyo marquesado pertenecieron las alquerías de Beniardá, Benimantell, Benifato, Benasau, Abdet y Confrides. Difícilmente usted estuvo en Confrides, si hubira sido así hubiera escrito más sensaciones.

Ante estas dudas cambió mi espíritu lector por mi espíritu de viajero aventurero, y decidí subir a Confrides en mi coche. Así que a eso de las 8.00 desayuné una tostada de aceite con ajos un vaso de soja, después mastique cáscara de limón para disuadir a el clamoroso olor del ajo y no ayentar a mis interlocutores. Fuerte por dentro, le dije a mi mujer que me iba a recorrer los pueblos de Alicante y a hacer videos como documentos. Y por lo tanto armado con mi cámara de fotos tomé la autovía A-7 dirección Alcoy, llega un momento en que la autovía se corta y empiezan obras, a la altura de la bifurcación de la antigua N-340 carretera que viene del puerto de La Carrasqueta y Xixona. Se inician una serie de cerradas curvas como látigos enfadados hasta tomar la CV-70, que anuncia Benillosa y Banasau. Esta es la carretera comarcal dirección Levante que hay que tomar. No tiene arcén, pero tiene buen asfalto y está marcada en el centro con señales horizontales y en los extremos con quitamiedos que son dientes que cierran los precipios del valle.

Mi intención era no parar hasta Condrides, luego a la vuelta me pararía en Benasau y en Benilloba. Lo importante era llegar primero al destino, pues de lo contrario te entretienes en un lugar u otro y no llegar al final con tiempo suficiente. Sin embargo, al subir las cuestas de los primeros kilómetros ves a lo lejos el valle del Alcoy, Muros de Alcoy y Cocentainas, amplio extenso, unas torres de vigilancia y ruinas de castillos árabes, por la ventanilla entra un olor potente de pinos, no es el ambientador de mi coche, es un pino natural como sacado del bote de la madre Naturaleza. Y de repente vi la silueta altiva de una torre enjuta y orgullosa. Paré en un arcén, para sacar unas fotos. El visor de mi cámara digital Sony es enturbiada pro el paso veloz de unas motos, son los moteros domingueros que suben por estas carreteras a toda pastilla, a bandera tendida se decía antes.

Cuando avanzo veo el cartel de situación que me anuncia que estamos en ">el castillo de Penella, tiene unos andamios como si lo estuvieran reparando. “ Gran idea recuperar los castillos en ruina de nuestro Patrimonio”. Seguí la carretera, me encontre con un grupo de ciclistas, son de un equipo que se entrena, si fuera una carrera ciclista, lo primero que te encuentras es un coche escoba con una bandera roja, que nos indica no adelantarles. Luego aparece el cartel de Benilloba que crece a mi izquierda. Luego unos kilómetros más adelante Benasau, que también crece en la misma posición que el anterior. Sigo, me encuentro al señal de Ares del Bosque, y las curvas empiezan a cerrarse, a ponerse cada vez más crudas, ya no sé si estoy subiendo o bajando hasta llegar a un collado, desde donde se ve a mi izquierda paredes de rocas calcáreas desnudas, a la vista del mundo, altas como arbotantes de catedrales. Entre las pinadas algunas calvas y sembrados de plantas amarillas posiblemente girasoles o colza.

Cuando la carretera empieza a llanear te encuentras, al fin el cartel de Confrides (dos cartles), he hecho uno 80 kilómetros desde que salí de Alicante. Después de culminar las primeras casa desciende hasta llegar a una zona con arcén. A la izquierda tenemos la Fonda-Restaurante “El Pirineo”, famosa es este lugar. En la puerta veo varias mesas con vecinos y visitantes toman algún refrigerio. Es hora de dejar el coche y caminar a pie, pues como dice la doctrina de la estrategia militar, ningún terreno se puede considerar conquistado hasta que no llega al Infantería. Entro en “El Pirineo” para tomar algo tiene comedor y terraza con vistas al valle, no me extraña que le pusieran El Pirineo, porque esto es el Pirineo más al sur que tenemos. La barra es pequeña, está llena de clientes, entre ellos dos deportistas vestidos de ciclistas.
Son las 11 de mañana y estoy ya estamos en Confrides (CP 03517), que se sitúa a 785 metros de altitud. El paisaje me gustas, ahora me hace alta conquistarlo. La primera impresión me gusta Es domingo y en la subida de la calle San Atoni, los vendedores ambulantes han instalado un pequeño mercadillo de ropas, frutas, verduras y plantas. En el censo de 2010, le figuran 276 habitantes. Hablan valenciano, pero no es problema porque también hablan español. Subo armado con mi cámara compacta de fotos y de vídeo y mi trípode por calle San Antoni. Uso el truco de auto-filmarse con el trípode extendido y también en posición de reposo. Avanzo hasta el final, y al escuchar unos toques de campana el pregunto a un lugareño que dónde está la iglesia, me dice que subiendo por la calle Baix o Baja, que está a mi derecha.

(Calle típica de Confrides con una piedra saliente en el lateral izquierdo)



Aparecen abundantes plantas en las puertas de las casa, huele a diversas plantas. Tras pasar la pileta de una fuente pública, oculta la puerta de la Parroquia de San José, hay misa a las once y media. Volveré para sacar unas fotos del interior del templo. Sobrepasada al iglesia se hable una plaza, y otra, en esta segunda se ubica el ayuntamiento, y en el centro se yergue un nogal que como es agosto se encuentra verde, porque como sabéis un árbol de hoja caduca. Le escribí un soneto libre ">"Al nogal de Confrides". Desde una esquina, sin barandilla, me asomo al campo, a los lejos veo la fortaleza de un castillo sobre una peña, pegunto y me dice entendido vecino, que es el ">castillo de Aljofra o Alfofra fue una alquería musulmana conquistada por Jaime I en 1264.Donó el castillo y población a Vidal de Sarrià. Sus posteriores propietarios serían la familia Sarriá, el infante Pedro y las familias Cardona y Ariza. Durante la guerra con Castilla en el s. XIV fue conquistada por las tropas castellanas, que la mantuvieron en su poder varios años hasta que Pedro IV la recuperó en 1364.

Los habitantes de Aljofra en su mayoria musulmanes se opusieron a la orden de expulsión de los moriscos en 1609 y ofrecieron fuerte resistencia refugiándose en su montañas.


(Vista desde la alcazaba de Alfofra)

Desde la plaza que llaman del nogal, saco unas fotos, hay coches aparcados, es verano y hay turistas, que por lo que oigo son franceses. Ya nada queda virgen a la mirada de los turistas, ni este Confrides en el confín del mundo.
Continúo por la calle Mayor, pienso bajar. La calle está encajonada por una fortaleza de piedra natural vista, no en calada si no, la calle desciende, en todas los umbrales de las puertas haya macetas de plantas, están exultantes, si en este mes de agosto están tan bien, cómo estarían en la primavera. Una mujer rubia, ya metida en los setenta, rubia me pregunta si me gustan las plantas, le respondo afirmativamente.
-Si quiera ver una planta rara vega a mi casa, que se la voy a enseñar una, vivo al lado en el número diez.
-Desde luego que sí, eso hay que verlo.

La puerta de la casa estaba abierta, aquí nadie cierra la puerta, para que, si nadie roba nada. La puerta tiene una cortinilla corrida de cadenitas plateadas. Y en la entrada misma sobre una consola retratos de la familia, un espejo, y en el suelo tres macetas, una de ellas muestras una flores de tipo campanillas, al preguntarle cómo le llaman me dice que “coral”. Es una planta heredada de su madre. Está sin duda mimada, y se le nota. Le digo que las plantas tienen cerebros múltiples en las puntas de las raíces, según las últimas investigaciones. Por eso a las plantas hay que hablarles, porque ellas sientes la voz de su amo y el cariño que estos le dan.
Al salir de la casa me pide que le mande fotos que he sacado, me da la dirección es la casa de Vicente Llorens, ex cartero de Confrides, C/, Mayor 10. Es muy amable, y al salir nos encontramos con otro vecino con sombrero roto de paja, se llama Abundio y quiere que yo ve la escalera con pasamanos de hierro forjado que tiene en su casa, ahí al lado. Nos acercamos, volvemos hasta la plaza del nogal, está una rampa, las flores se salen de sus maceteros. La casa es una joya, decorada a estilo modernistas con muchos gusto, una gran piedra salen de la pared hacia afuera.
-Esta piedra está aquí- me cuenta Abundio- porque costaba más quitarla que dejarla ahí. Y ahí está. ¿qué le parece?
Al comentarle que yo era pintor, me comentó que en el pueblo vivían dos pintores Carraco y Santiago. Le dije que a Carrasco sí le conocía pues hizo una exposición en la CAM en junio 2006.
Le respondo que a mí me gusta, que me recuerda un casa de Enix en Almería que también tenía una piedra parecida, muy decorativas. Me presentó a su mujer, que es la de Encina, una manchega muy guapa. Me invitan a una cerveza y charlamos sobre el disfrute de las cosas y el dinero. Y es que el dinero son números nada más en la libreta de ahorro, lo importante son las cosas que podamos obtener del dinero, como esta casa impresionante, que rehabilitada conserva solería antigua, vigas de madera, muebles antiguos etc. Pienso, ¿cómo es posible que aquí en Confrides existan un maravilla con esta. Hablamos y hablamos hasta que llegó la hora de la misa, nos acercamos he hice unas fotos de su interior. Es grande y se conserva muy limpia y muy bien.

Camino de vuelta pasé pero Benasau, hice un corto video desde la torre hasta al iglesia que tiene el mismo tamaño que la de Confrides, pero Benasau ya no es mismo que Confrides. Confrides me dejó emocionado, para mí es el pueblo más bello de los que hasta ahora he visto de todos los de Alicante. Algún día Confrides tendrá un vecino empadronado más.

Tras esta estampa o impresión que yo he percibido, me consta que Gabriel Miró nunca estuvo en Confrides. El padre D. Juan Miró que era del Alcoy fue ingeniero de Obras Públicas y que precisamente a primeros años de siglo XX diseñó la que es hoy la CV-70 de Casollosa de Ensarriá a Alcoy.


Alicante, 11 de agosto 2011



CLAVES:
Relatos de viajes por Alicante.
Por tierras de Gabriel Miró
Singladuras por el Vinalopó


FOTOS DE CONFRIDES



Arte rupestre en el término de Confrides:


El arqueólogo alcoyano Javier Molina Hernández ha descubierto un nuevo abrigo con pinturas rupestres de arte esquemático en la Sierra de Aitana. El conjunto, ubicado en el término municipal de Confrides, está compuesto por tres figuras, que podrían pertenecer al periodo conocido como Neolítico antiguo y que tendrían una antigüedad de 7.500 años.
Hay que recordar que en estas comarcas existen numerosos abrigos rupestres de este época, entre los que destacan el de La Sarga en Alcoy y el de Pla de Petracos en Castell de Castells. Todo este conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998. Las pinturas rupestres del "Pla de Petracos" (que se hallan en el Barranc de Malafí, a unos 500 metros de altitud) fueron descubiertas en 1980 por miembros del "Centre d'Estudis Contestans", de Cocentaina (Alicante). Se considera que en este bello paraje se encuentran las muestras más valiosas del denominado "Arte Macroesquemático", caracterizado por las pinturas de gran tamaño realizadas en un color rojo oscuro, y que resultan fácilmente visibles a cierta distancia.